Historia de Cartagena

Historia de Cartagena

Historia de Cartagena



La Historia de Cartagena es rica, trimilenaria y agitada, portadora de un legado histórico-artístico, que salpica todo el municipio, y que constituye el mayor atractivo de esta ciudad portuaria. Cartagena es el puerto de las mil culturas, una puerta abierta a la bahía, desde la que ha penetrado un crisol de civilizaciones, culturas y religiones, atraídas por la situación estratégica y abundancia de recursos del territorio cartagenero.

La mastía de los Tartesos



Hacia el siglo VII a.C., los tartesos formaron un gran Estado, que se extendía desde las orillas del Guadiana hasta el río Thader, el actual río Segura. En su interior se fueron organizando dos áreas de influencia presididas por dos ciudades, que concentraban el poder y la riqueza.

La Tartessia Citerior tenía como capital a Mastia , identificada con Cartagena. No se ha comprobado arqueológicamente su ubicación, pero su toponimia (mastos significa pechos o senos en griego) hace referencia a las cinco colinas de Cartagena .

La presencia de los tartesios en el Mediterráneo se tradujo en una época de esplendor cultural y comercial, en la que Cartagena fue amurallada y su puerto contempló arribar y partir navegantes orientales.

La ciudad de Mastia convivió en paz muchos años con los poderosos imperios que buscaban en Iberia su expansión. Mastia comerciaba con todo ellos (celtíberos, cartagineses, romanos) y exportaba su esparto, su 'garum' , sus salazones y su plata, ya que sus principales actividades económicas eran el comercio y la minería.

Poblado Íbero



La cultura íbera se desarrolló en Cartagena durante los siglos V, IV y III a. C. explotando el plomo y la plata, como fruto de las relaciones comerciales con los púnicos. La presencia íbera aparece atestiguada en los yacimientos de Los Nietos y en la costa cartagenera, en Cala Reona. Estos Poblados Iberos sintetizan de manera clara esa decidida vocación comercial de las gentes que habitaron la costa de Cartagena durante el período íbero.

El asentamiento de Los Nietos, situado junto a la costa del Mar Menor, comprende el poblado y su necrópolis, cuya cronología corresponde al siglo IV a.C. Este importante asentamiento íbero ocupaba una superficie de 20.000 metros cuadrados y su origen probablemente se encuentra en la presencia de la Sierra Minera de La Unión-Cartagena y sus valiosos recursos de plata y plomo, que debieron constituir su principal actividad económica. 

Qart-Hadast



Los cartagineses llegaron a la Península Ibérica, llamados por los fenicios de Gades, en el año 550 a. C. y permanecieron en ella hasta el año 206 a. C., Trascurrieron 344 años, de los cuales sólo 13 años perteneció a ellos Cartagena, precisamente los de su mayor esplendor y apogeo.

Las Guerras Púnicas fueron enfrentamientos bélicos entre cartagineses y romanos durante los siglos III y II a. C., por la hegemonía en el Mediterráneo. Tras la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C), Roma se anexionó Sicilia y sometió a Córcega y Cerdeña. Los cartagineses se replegaron hacia la Península Ibérica, intentando recuperar el prestigio perdido y conseguir fuentes de recursos económicos en la expansión y control en los territorios meridionales de la Península.

Las zonas del Este y Sur de la península fueron controladas por los Barca . Un miembro de este clan, el general cartaginés Asdrúbal, yerno de Almícar y tío de Aníbal, fundó en el año 227 a. C. la ciudad de Cartagena, bajo el nombre de Qart-Hadast,   Este nombre significaba ciudad nueva, que es a lo que Asdrúbal aspiraba a formar, una nueva ciudad con vocación de capital púnica en la Península, y un nuevo centro mercantil de los cartagineses en Occidente.

La fundación de Cartagena se tradujo en la introducción en la Península de un verdadero concepto de ciudad, entendida como aglomeración con un ordenamiento político y una auténtica proyección urbanística, para lo que se había elegido un lugar cuyos rasgos respondían al modelo ideal de paisaje urbano de los establecimientos púnicos. Aprovechando las inexpugnables defensas naturales que ofrecía la ciudad, Asdrúbal levantó un dispositivo defensivo, abrazando la ciudadela o acrópolis situada en el Monte de la Concepción.

Tras la muerte de Asdrúbal, asumió el mando su sobrino Aníbal, convirtiéndose en general en jefe de las fuerzas cartaginesas en Hispania. Aníbal forjó un gran ejército, potenció la explotación de las minas cartageneras y construyó un sistema de torres a lo largo de la costa, con el fin de alertar de la presencia de naves foráneas, dando lugar al dispositivo llamado 'Atalayas de Aníbal', que se mantuvo efectivo hasta el siglo XVIII. En pocos años Cartagena logró un inquietante poderío en Hispania, que amenazaba a la propia Roma.

Tras la primera Guerra Púnica se había establecido un tratado entre Roma y Cartago, por el que no se podía ejercer la influencia cartaginesa más allá del río Ebro. Aníbal atacó Sagunto (ciudad al sur del río Ebro) y se precipitó la confrontación, desencadenándose la II Guerra Púnica (218-202 A.C). Aníbal decidió enfrentarse a Roma en su territorio e inició una legendaria expedición militar atravesando los Alpes.

Carthago Nova



En el año 209 a. C., Plubio Cornelio Escipión ataca por sorpresa la capital y bastión de los cartagineses, Cartagena, conquistándola y terminando con la dominación púnica de la ciudad. Desde el fin de esta guerra hasta el último tercio del siglo V, la población hispana va a asimilar las formas culturales de Roma, así como la administración y organización política, las formas sociales, los estatutos jurídicos, la lengua, la religión y las manifestaciones artísticas.

Tras la conquista de Cartagena por los romanos, los territorios que habían pertenecido a los cartagineses pasan ahora a manos de aquéllos.  Los romanos consideraron a esta ciudad como hija natural de Carthago, por lo que la llamaron Carthago-Nova , aunque por la riqueza excepcional de sus recursos naturales la conocieron también con otros nombres: Carthago Spartaria, Carthago Skombraria y Carthago Argentaria, en referencia al esparto de sus campos, los salazones de sus pesquerías y la plata de sus minas.

Cartagena se convierte en uno de los más destacados centros portuarios hispanos, ya que la presencia de las explotaciones mineras atraían a gran número de romanos e itálicos. 

En la época de César la ciudad pasó a tener el estatuto jurídico de colonia (44 a.C), probablemente en pago a la ayuda prestada por Carthago Nova a César durante su enfrentamiento con Pompeyo en las guerras civiles republicanas del siglo I.

La concesión del estatuto colonial inició un intenso proceso de renovación urbana, que concluyó en época de Augusto con la construcción del teatro y la posible monumentalización del foro. Cartagena era una ciudad muy importante, ya que el título de Urbs es una distinción de la que tan solo gozan ella y Tarraco, colonias hispanas que debieron pugnar por la hegemonía de la Hispania Citerior.

En este período se regularizó el trazado urbano, mediante una serie de calles que determinaban espacios cuadrangulares, donde se ubicaban edificios públicos y privados. El foro, centro administrativo, comercial y religioso, ocupaba el centro de la ciudad, coincidiendo con la actual ubicación de la plaza San Francisco.

Durante el Gobierno de Augusto se rompe definitivamente con la estructura republicana y se inicia el Imperio. El Alto Imperio Romano coincide en Cartagena con una expansión de las construcciones públicas y el dinamismo de la vida urbana, ya que el emperador se sirve de las grandes edificaciones para propagar el esplendor de su dinastía. A finales del siglo I, Cartagena asistió a un gran desarrollo arquitectónico y urbanístico.

La zona situada entre el Cerro del Molinete y el Monte de la Concepción había permanecido deshabitada en época púnica y tardorrepublicana, pero ahora asiste a una remodelación urbana, en la que también queda patente el esquema de monumentalización promovido por Augusto.

Una de las realizaciones que mejor reflejan el ambiente político y cultural que se respiraba en la Carthago Nova fue el teatro, situado en la ladera occidental del Monte de la Concepción y caracterizado por la perfección en la ejecución de su proyecto arquitectónico, la calidad y cantidad de sus elementos ornamentales, y por su completo programa epigráfico, que permite fijar la fecha de construcción del edificio en el siglo I a.C.

A partir del siglo II, Cartagena asistió a su progresivo deterioro urbano, preludio del estado de decadencia en que se sumirá la ciudad a lo largo del siglo III. La población se concentra ahora en la mitad occidental de la ciudad, en detrimento de la mitad oriental que queda prácticamente despoblada. El repliegue urbano de esta época responde a una situación de crisis en la minería, al abandono de las guarniciones militares tras la paz augustea y el peligro acuciante de las incursiones de tribus africanas que atemorizaban a la población. Las importantes construcciones del Alto Imperio terminaron por ser abandonadas.

Bárbaros: Visigodos y Bizantinos



Las invasiones de los Bárbaros del siglo V no llegaron a afectar especialmente a Cartagena, aunque, según la Crónica de Hydacio, la ciudad fue saqueada y devastada por los vándalos en el año 425. El Imperio Romano de Occidente no fue capaz de contener las invasiones bárbaras y desapareció en el 476. El Imperio Romano de Oriente sobrevivió hasta 1453, en que fue conquistado por los turcos musulmanes. Tras la desaparición del Imperio Romano de Occidente, Cartagena pasa a manos de los visigodos. Este dominio se vio interrumpido en el año 555 por la llegada de las tropas bizantinas del emperador Justiniano que, en un intento de recuperar los territorios que pertenecieron al Imperio Romano de Occidente, tomó la ciudad de Cartagena y la convirtió en la capital de la provincia de Spania, que comprendía desde Málaga hasta Cartagena. El enfrentamiento bizantino-visigodo aisló a Cartagena respectó de la Iglesia hispano-visigoda, en beneficio de Toledo como sede primada de la Carthaginense.

La Lápida de Comenciolo, conservada en el Museo Arqueológico Provincial, es un interesante testimonio sobre la dominación bizantina en Cartagena. En la inscripción, Comenciolo aparece ostentando el cargo de Magister Militium Spanie, como máxima autoridad enviada a Hispania por el propio emperador para enfrentarse a los visigodos, a los que califica de bárbaros. Este personaje debió acometer en Cartagena un importante programa de fortificación hacia el año 589, aprovechando el antiguo recinto amurallado de los siglos III y IV.

La ofensiva visigoda contra los bizantinos fue iniciada por Sisebuto en el 612. Su sucesor Suintila fue el hombre que conquistó Cartagena a principios del siglo VII. En manos de los visigodos Cartagena atravesó uno de los períodos más oscuros de su Historia. Suintilia desmanteló las fortificaciones de la ciudad y sus habitantes emigraron, la ciudad fue languideciendo y deshabitándose, hasta convertirse en una aldea de pescadores. La destrucción de la ciudad supuso el fin de su sede episcopal. Este hecho fue recogido por San Isidoro en su Etymologiae: "hoy día, destruida por los godos, apenas quedan sus ruinas".

Qartayannat Al-Halfa



A principios del siglo VIII ejércitos árabes a las órdenes de Tarik inician la campaña de conquista del reino visigodo de Hispania. En el año 713, las tropas de Abd al-Aziz asumen la conquista del Sureste peninsular, dirigiéndose a las tierras bajo el gobierno del señor de la región levantina, Teodomiro. Ambos firmaron el Tratado de Teodomiro, que recogía las condiciones de armisticio entre las partes.

Tras la capitulación de la Cora de Tudmir, en el año 734 Cartagena cayó en manos de los árabes, quienes la llamaron Qartayannat al-Halfa e inauguraron una etapa de recuperación de la ciudad, que alcanzó su punto álgido en la primera mitad del siglo XIII. Cartagena aparece mencionada por diversos autores árabes desde el siglo X, designada como madina e integrada en el ámbito territorial andalusí de la cora de Tudmir.

Adb al-Rahman I la convirtió en una base naval para las correrías marítimas de los árabes y el poblamiento de su campo se llenó de topónimos de origen arábigo: Benipila, La Algameca, Mandarache, Alumbres o La Azohía. Con Abd al-Rahman III Cartagena experimentó un renovado dinamismo de sus minas de plata y plomo y del tráfico naval de exportación en su puerto, convirtiéndose en uno de los principales de Al-Ándalus.

En los siglos XI y XII Cartagena ya estaba plenamente desarrollada como ciudad islámica. Los árabes habían establecido la medina en las laderas del Monte de la Concepción , la habían cercado con una muralla y habían emplazado la alcazaba en su cima. Por la ladera septentrional de la colina se extendía el arrabal, y por la ladera occidental bajaba hacia el muelle el barrio de Gomera. En el punto donde convergían la medina, el arrabal y el barrio de Gomera, se erigía la mezquita, con similar emplazamiento al de la Iglesia de Santa María la Vieja . El cementerio o maqbara se localizaba extramuros de la ciudad, en el entorno de las actuales calles Jara, Cuatro Santos y Soledad . La ciudad debía de contar con tres puertas: una frente al muelle y una a cada lado del arrabal, desde donde salían los caminos de Murcia y San Ginés.

A principios del siglo XIII Cartagena y su zona de influencia contaban con unos tres o cuatro mil habitantes, la mayoría convertidos a la nueva religión, a excepción de algunos grupos mozárabes con sus lugares de culto, como San Ginés de la Jara .

Carthago Spartaria



En el año 1243 el territorio murciano se sometía al protectorado de Castilla bajo el reinado de Fernando III 'El Santo', mediante las Capitulaciones de Alcaraz. El infante don Alfonso entraba victorioso en Murcia, pero no en Cartagena, que se resistía a la capitulación decretada desde Murcia y hacía frente a la ocupación castellana atrincherada entre sus murallas. Finalmente, en el año 1245 un ejército castellano, con una flota llegada del Cantábrico, conquistaba Cartagena. Fernando III concedió a la ciudad el Fuero de Córdoba y cedió "los diezmos de salinas y los del puerto de Cartagena a obispo, clérigos, iglesias y voz de este Concejo".

Tras la muerte de Fernando III, Alfonso X 'El Sabio' fue proclamado Rey en 1252, restaurando la diócesis de Cartagena, extendiendo privilegio de los diezmos del pan y del vino a los habitantes de Cartagena y trayendo a los agustinos del convento de Cornellá Conflent para repoblar el monasterio de San Ginés de la Jara . La sublevación mudéjar de 1264 obtuvo un éxito total en Cartagena, pasando a ser durante dos años de nuevo musulmana, hasta que fuerzas aragonesas y castellanas la tomaron.

Con el objeto de convertir Cartagena en un foco de intensificación de las relaciones comerciales de Castilla con el Mediterráneo Occidental, Alfonso X 'El Sabio' concede a la ciudad privilegios para fomentar el comercio y el corso, e instituye la Orden de Santa María de España para defender las costas. En 1291, Sancho IV trasladó la sede episcopal a Murcia.

El término municipal concedido por Alfonso X en 1254 a Cartagena incluía el territorio entre el mar y una línea que iba desde La Azohía hasta Fuente Álamo , siguiendo la rambla del Albujón hasta el Mar Menor . El proceso de eliminación de la población musulmana y su sustitución por población cristiana fue radical. A la despoblación acaecida como consecuencia de la Reconquista castellana se sumó el hecho de que ni Fernando III, ni Alfonso X fueron capaces de atraer a un número suficiente de castellanos, por lo que debieron recurrir a los cristianos de cualquier procedencia, entre los que predominaron los catalanes. Sin embargo, no se lograron compensar los contingentes demográficos perdidos, ya que la inseguridad de la costa por las incursiones granadinas y berberiscas hacía que las familias aragonesas, catalanas y castellanas prefirieran instalarse en tierras más fértiles y seguras.

A estas causas de despoblación se unieron los episodios de epidemias (Peste Negra de 1348) y la debilidad de la agricultura de Carthago Spartaria derivada de los rigores de un clima extremadamente árido.

Los últimos años del reinado de Alfonso X coincidieron con una etapa oscura para toda Castilla, como consecuencia de los enfrentamientos del monarca con la nobleza y el disputado pleito de sucesión, tras la muerte del primogénito del Rey. Esta difícil etapa culmina con la ocupación del reino de Murcia por Jaime II de Aragón en 1296. Tras la Sentencia de Torrellas (1304), Castilla recupera la mayor parte de su territorio, quedando para Aragón los territorios que actualmente pertenecen a la provincia de Alicante y la ciudad de Cartagena. Un año más tarde y gracias a la insistencia del adelantado del reino, don Juan Manuel, Cartagena volvía a ser castellana.

Bajo el reinado de Pedro I (1350-1369) Cartagena vivió una gran actividad como puerto de las campañas marítimas del monarca contra las costas de la Corona de Aragón, reportándole a la ciudad graves problemas de abastecimiento y de fuerte peligro, como cuando fue sitiada por las tropas aragonesas en 1357. Durante el reinado de Enrique III (1390-1406) la nota dominante en el reino de Murcia fueron los enfrentamientos entre Manueles y Fajardos, que no cesarán hasta la pacificación del reinado de los Reyes Católicos. Estas luchas afectaron notablemente a Cartagena, especialmente a partir del siglo XV cuando la muerte del adelantado Alonso Yáñez Fajardo, que tenía en su poder la ciudad y Castillo de Cartagen a, se convierta en motivo de disputa entre los dos bandos, llegándose a intentar la toma del castillo por la fuerza hasta en dos ocasiones. En 1465 el adelantado Pedro Fajardo se hizo con el señorío de la ciudad.

Piratas Berberiscos



Con los Reyes Católicos los tiempos de crisis política se disipan y se consigue la pacificación. Cartagena se convierte en importante base de operaciones para la política mediterránea de los Reyes Católicos. Como Cartagena se estaba consagrando como base naval y militar de primer orden, en 1495 zarpan de su puerto las expediciones militares hacia Italia, con el embarque en Cartagena del Gran Capitán camino de Nápoles y en 1505 las del Norte de África. En 1493 los franciscanos se hicieron cargo del Convento de San Ginés de la Jara y en 1503, tras setenta años de señoríos de adelantados, la ciudad vuelve a depender directamente de la Corona, convirtiéndose de nuevo en ciudad de realengo. En 1532 recibe Campo Nubla, una buena tierra de pastos disputada entre Murcia y Lorca.

Con la llegada de la Casa de Austria a la monarquía hispánica, Cartagena continuó gozando de gran importancia, prodigándose las operaciones marítimas en su puerto . Éste fue testigo del alistamiento de la gran Armada española para la Santa Liga. En las vísperas de la batalla de Lepanto, Miguel de Cervantes pasó una temporada en la ciudad. El autor de 'El Quijote' dedicó estas palabras a Cartagena: "Con esto poco, llegué al puerto al que los de Cartago dieron nombre. Cerrado a todos vientos y encubierto, y a cuyo claro y singular renombre se postran cuantos puertos el mar baña, descubre el sol y ha navegado el hombre".

Con Felipe III en el trono español, la fortaleza de la nación languideció, por lo que los Piratas Berberiscos merodearon continuamente por las costas españolas, realizando frecuentes incursiones. Las crónicas murcianas de la época recogen las escaramuzas del 'morato Arráez'. Durante su reinado se decretó la expulsión de los moriscos, para cuyo cumplimiento entró en el puerto de Cartagena la Real Armada al mando de su capitán general, Luis Fajardo, para cargar en sus galeras a todos los moriscos de Murcia. Los reinados de Felipe IV (1621-1665) y de Carlos II (1665-1700), último soberano de la rama española de la Casa de Austria, transcurrieron en constantes guerras europeas y atlánticas.

Las autoridades cartageneras aspiraban a favorecer el desarrollo de la ciudad mediante una serie de reivindicaciones: la restitución de la sede episcopal, la traída al Campo de Cartagena de las aguas de los ríos Castril y Guardal, la creación en Cartagena de una Chancillería y la instalación en su puerto de la base de galeras . Tan solo se consiguió esta última, en 1668. El espectacular crecimiento de Cartagena y el desvío hacia Italia del comercio castellano con Flandes e Inglaterra, a causa de la guerra, integran al puerto cartagenero en los circuitos comerciales más importantes. Las circunstancias favorables del siglo XVI comenzaron a cambiar, debido a las dificultades económicas en Italia, la guerra y el incremento de la presión fiscal. Cartagena se fue sumiendo en una crisis a partir de 1620. Esta regresión se vería acentuada en 1648 a causa de la terrible Peste, que resultó demoledora para la población. Cartagena se recuperó de esta crisis en los últimos años de la centuria.

Bastión Militar



Tras la muerte de Carlos II estalla la Guerra de Sucesión (1700-1713) entre Felipe V y el archiduque de Austria y en la que Cartagena apoyará la causa del primero, con lo que hubo de enfrentarse a catalanes, valencianos y aragoneses, partidarios del archiduque Carlos. En 1706 los ingleses, en nombre del Archiduque, tomaron Cartagena durante cinco meses, tras los que fue conquistada por las tropas borbónicas. Estos acontecimientos motivaron la definitiva fortificación de la ciudad, convirtiéndose en una plaza fuerte inexpugnable.

La victoria de Felipe V supuso para Cartagena un mayor interés por el saneamiento de su puerto y por convertirla en un Bastión Militar y magnífica base naval de la naciente Marina imperial. Para llevar a cabo estos objetivos, la monarquía borbónica realizó una renovación de la Marina, estructurando la Península en tres grandes departamentos marítimos: Cádiz, Ferrol y Cartagena. En 1726 Cartagena se convierte en capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo y a partir de 1730 se comienza a construir el gran Arsenal.

En el Censo del Marqués de la Ensenada y su Catastro de 1755 Cartagena aparece con un total de 28.467 personas, sin incluir los batallones y regimientos de la plaza, que por aquel entonces iban en aumento. Paulatinamente se fueron elevando en Cartagena todas las edificaciones militares programadas por el Plan de Ensenada. Hacia la segunda mitad del siglo XVIII se terminaron la nueva Casa del Rey y el Cuartel de Batallones, mientras continuaban las obras del Arsenal y se comenzaba el Hospital Militar de la Marina, concluido en 1762.

En el reinado de Carlos III (1759-1788) prosiguen la mayor parte de las obras del Plan Ensenada: el Cuartel de Presidiarios y el Parque de Artillería. También se edificaron los fuertes y los castillos realizados por el ingeniero Zermeño: Castillo de los Moros, Castillo de la Atalaya, Castillo de Galeras y Castillo de San Julián. En esta época se finaliza la Muralla de Carlos III, pieza fundamental en la defensa del Arsenal y de la plaza de Cartagena, de la que actualmente se conservan varios tramos comprendidos entre las desaparecidas Puertas del Muelle y San José y las defensas del Arsenal. El siglo XVIII marca definitivamente el espacio urbano de Cartagena y su Concejo se convierte en el epicentro de la vida local. Esta centuria marcó igualmente el poblamiento cartagenero, que avanzó en dos direcciones: una hacia el Campo y otra centrada en el núcleo urbano.

En Cartagena , Carlos III completó el sistema defensivo del área portuaria con la construcción de la Muralla del Mar (1766), el nuevo cuartel del Rey, el Parque de Artillería y la finalización del Arsenal (1782) para la protección de la capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo. Además, los castillos de Galeras y La Atalaya y las torres de Los Moros y San Julián convirtieron al puerto cartagenero en un lugar inexpugnable para los enemigos de la monarquía en el mar, Inglaterra y Turquía.

Los ingenieros militares Mateo Vodopich y Sebastián Feringan se encargaron del diseño de la Muralla de Carlos III. Los muros protegían el casco antiguo de la ciudad, el Arsenal y las cinco colinas y contaban con una extensión de 4’7 kilómetros, 20 baluartes con emplazamientos de artillería, 18 cortinas o tramos rectos de muralla y tres puertas de entrada (las de Madrid, Santa Catalina y San José).

Cartagena Modernista



Tras el auge de Cartagena en el siglo XVIII, la ciudad se hundirá en una crisis en el XIX por las epidemias de paludismo, tuberculosis, cólera y fiebre amarilla, favorecidas por su conformación geográfica, especialmente por la presencia del Almarjal . Entre 1798 y 1841 la comarca sufrirá una etapa marcada por las enfermedades y la mortandad. A finales de la centuria se decidió desecar los pantanos del Almarjal, con el fin de erradicar las continuas epidemias que, a través de ellos, se colaban en la ciudad. En 1897 se realizó el magno 'Proyecto de ensanche, reforma y saneamiento', por los ingenieros Ramos Bascuñana y García Faria y el arquitecto Francisco de Oliver, proyecto que marcó un camino seguro que la ciudad emprendió y aún continúa.

Con los alzamientos del 2 de mayo de 1808 y el estallido de la Guerra de la Independencia , Cartagena decide hacer frente a Napoleón y se convierte en la primera población española en constituirse en Junta Soberana, proclamando Rey a Fernando VII, además de actuar como base de las escuadras. En ese año, el general Ignacio López Pinto describía así Cartagena: "...esta plaza era uno de los puntos más importantes de la Península, y a la que el Gobierno atendía con justa solicitud. Magnífico y muy frecuentado puerto; emporio principal del comercio que se hacía en la parte oriental de España; Departamento de Marina y Artillería; depósito de innumerables pertrechos de guerra; estribo de donde partían nuestras expediciones a África; residencia de una numerosa guarnición de tropas españolas y suizas con dos Cuerpos de Maestranza para el Arsenal Naval y el Parque de Artillería del Ejército, que juntos componían sobre 8.000 operarios, Cartagena ofrecía el aspecto de una población grande y animada, donde todo era vida, riqueza y civilización".

Las guerras carlistas desarrolladas en el siglo XIX enfrentaron a los ejércitos carlistas contra los realistas, partidarios de Isabel II. Cartagena se mantuvo en calma. De esta época datan algunas construcciones en la ciudad como la Plaza de Toros y el Casino . El 11 de julio de 1853 dan comienzo las obras de construcción de la Plaza de Toros . Es la más antigua de la Región. Erigida sobre las ruinas de un antiguo Anfiteatro romano , las obras fueron dirigidas por el arquitecto municipal de Murcia, Jerónimo Ros Jiménez. 

En 1855 Cartagena recibía el título de 'Excelencia' por "ser el primer pueblo de España que dio la señal de guerra contra los franceses en 1808". También datan de esta época las obras de fortificación del puerto , que lo convirtieron en el más fuerte del Mediterráneo y la inauguración del ferrocarril Cartagena-Albacete , así como la erección del Faro de Cabo de Palos. Pero en 1844 se rompe la calma que venía disfrutando Cartagena, sublevándose en favor de la regencia del general Espartero con el regimiento de Gerona, la Milicia Nacional y el pueblo.

Con el triunfo de la Revolución de 1868, la reina Isabel II salía de España y se constituía el Gobierno provisional, iniciándose el período del Sexenio Revolucionario (1868-1874). Con la elección en 1870 de Amadeo de Saboya como Rey de España, bajo el nombre de Amadeo I, el Arsenal de Cartagena se convertía en el escenario de la llegada del nuevo monarca a bordo de la fragata 'Numancia'. Los años siguientes fueron muy agitados para Cartagena, puesto que en las fuertes intrigas políticas de la nación tuvo un fuerte peso específico la opción de la República Federal, por la que tanta afección mostraban los cartageneros.

Cartagena proclamó el Cantón el 12 de julio de 1873 y constituyó la Junta Revolucionaria en el Ayuntamiento. El principal cabecilla que ostentó el mando de las fuerzas fue Antonete Gálvez, militar progresista de origen humilde y gran líder del Cantón de Cartagena. El Cantón de Cartagena, bien pertrechado gracias a las armas del Arsenal y a la posesión de la Flota, llegó a acuñar moneda propia. A pesar de los terribles bombardeos y devastaciones a que fue sometida durante los seis meses que duró su aventura cantonal, Cartagena fue la última ciudad española en caer en poder de las tropas centralistas, firmando la capitulación el 12 de enero de 1874. Con la monarquía firmemente implantada en España en la figura de Alfonso XII, Cartagena todavía asistiría a una nueva intentona republicana con la sublevación del Castillo de San Julián, que se saldó con la muerte del gobernador de la plaza, Luis Fajardo, y el fracaso de la revolución.

Tras el fracaso de la rebelión cantonal, una Cartagena esquilmada y devastada se entrega a la ardua tarea de la regeneración. En 1860 se había producido una importante emigración de jornaleros hacia la Sierra Minera de Cartagena en busca de fortuna que había propiciado la creación del Ayuntamiento de La Unión, constituido por los partidos de Garbanzal, Herrerías, Portmán y Roche.

Ahora, los cartageneros volvían la mirada hacia sus minas de plata donde encontrar un buen filón que les reportase beneficios para la recuperación de la ciudad. Se planteó el saneamiento y la expansión de la ciudad, llevándose a cabo numerosas obras de embellecimiento y promoviéndose un nuevo y ambicioso trazado urbano: el Ensanche , que pretendía rebasar las murallas para construir una nueva ciudad de amplias avenidas y verdes parques.

La explotación de la plata fue dando lugar a la ascensión de una nueva clase comercial que construyó sus palacios en Cartagena. Así se alzaron los palacios del senador Justo Aznar en la calle Jabonerías, el de Aguirre en la Plaza de la Merced, el de Pascual Riquelme frente al Ayuntamiento, el de los Pedreño entre las calles del Carmen y Jabonerías, el Huerto de las Bolas de Llagostera más allá de Los Dolores y una larga lista de suntuosas casas y palacios que dotaron a la ciudad de ese aire modernista tan característico.

En pleno auge de los nuevos ricos y de la proliferación del Modernismo por la ciudad, Cartagena quiso librarse de sus murallas, cuya demolición fue aprobada en 1902, pero afortunadamente no fue concluida.

A partir de 1908 comienza el declive de la cuenca minera, que se acentuó a partir de la I Guerra Mundial y la disminución de las exportaciones de minerales. Las minas cerraron, las fábricas se paralizaron y la ciudad se sumió en la crisis. La burguesía de la ciudad pretendía continuar gozando de sus lujos y privilegios, frente al proletariado, que acusaba los males de la época.

50's Carthago Rock



Hacia la década de los 20' Cartagena se va recuperando de su crisis. De esta época datan la plaza de España, el paseo de Alfonso XIII, la fase definitiva de relleno del Almarjal y la urbanización del Ensanche. También se construyó la Capitanía, la plaza de San Francisco, las plazas de la Merced y Jaime Bosch, se inauguró el Monumento a los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba y se redactaron y tramitaron los proyectos de traída de aguas potables desde el embalse del río Taibilla. En el primer cuarto del siglo XX había abundante trabajo en los astilleros cartageneros, que reportaban dinamismo a la ciudad.

En 1928 el prototipo de submarino de Isaac Peral fue remolcado desde Cádiz a Cartagena y montado sobre un monumento en la explanada de la Base de Submarinos. En 1965 fue donado por la Marina a la ciudad de Cartagena y expuesto sobre otro monumento ajardinado en el paseo del Muelle. A primeros del siglo XXI el submarino Peral obtenía su ubicación definitiva en el paseo del Muelle, entre el mar, la escalera modernista de Victor Beltrí en la Muralla y el nuevo Museo de Arqueología Submarina.

Durante la Guerra Civil (1936-1939) la mayor parte de las actividades en Cartagena giran alrededor de la Marina. Los bombardeos de la ciudad se hicieron habituales y la principal ocupación de su Flota era proteger convoyes de buques con suministros. Cartagena fue uno de los bastiones más importantes del Gobierno republicano y, junto a Alicante, la última ciudad en caer en manos del general Franco.

A partir del final de la Guerra Civil, Cartagena se afana en la reconstrucción de la ciudad, muy afectada por los 117 bombardeos a que había sido sometida durante el período bélico. El desescombro sirvió para rellenar el Almarjal, contribuyendo con ello a su desecación definitiva y a la elevación de su piso con la orientación a un futuro Ensanche de la ciudad. Durante los años de post-guerra la mala alimentación y la contaminación provocó la propagación de varias epidemias y en octubre de 1942 Cartagena se vio afectada por una inundación, debido al desbordamiento de la rambla de Benipila.

En la década de los años 50' experimentó un aumento de sus actividades agrícolas, mineras, industriales y navales, con el gran desarrollo del complejo petroquímico e industrial de Escombreras , que condujo a una inmigración de mano de obra y de elementos técnicos y fabriles, que tuvieron como consecuencia un mayor bienestar de la población y una expansión urbana por la zona del Almarjal. Surgieron nuevas barriadas como Los Mateos, Lo Campano, Media Lengua y Vista Alegre , y se logró un abastecimiento hídrico regular y abundante con la canalización de las aguas del Taibilla. El turismo también vendrá a contribuir al crecimiento, especialmente centralizado en La Manga, que se configura como un área turística integral. La Ley de Costas y Zonas de Interés Turístico Nacional de 1963 permitió la erección de una larga cadena de urbanizaciones. Este desarrollo industrial y turístico posibilitó una estabilidad demográfica, crecimiento urbano y mayor disponibilidad de recursos.

En 1982 se aprueba el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, por el que el municipio de Cartagena quedaba incluido en la Región de Murcia.